miércoles, 28 de marzo de 2012

Los trenes no son tan melancólicos



Miro al otro lado del vagón, una chica toma mate mientras golpea rítmicamente el cristal de la ventana, como queriendo transmitir la esencia de la música que escucha, al notar mi mirada sobre ella trata de disimular arreglándose el cabello con un golpe del envés de su mano. Yo también disimulo y hago como que miro al mar bajo un cielo parcialmente nublado, que actúan como fondo improvisado, ella, para seguir disimulando se ha limitado a darme la espalda, formando en su conjunto una bella fotografía que solo yo puedo disfrutar, afortunado de mí, ya que los pocos espectadores potenciales andan demasiado ocupados echando la siesta o conversando entre ellos de temas banales.
Sigo observando cada uno de los detalles de ésta fotografía "viviente". La chica (que me recordará toda su vida como una especie de acosador de trenes) se lleva (todavía de espaldas) el mate a su boca, y algo más relajada levanta sus pies (provistos de medias violetas y unas zapatillas entre converse y francesitas) y los apoya suavemente en el asiento de enfrente, la falda (de color blanco y negro con motivos florales) cuelga ligeramente de su asiento...
En ese momento una voz monótona anuncia la próxima parada y todo el mundo excitado comienza a recoger sus equipajes, yo hago lo propio, pero no sin antes contemplar una ultima vez, esa bella y efímera fotografía.

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