Tras cada noche habida y por haber, se contemplaba a si mismo un centímetro más grande lo cual provocaba que su habitáculo fuera un centímetro más pequeño: "claustrofobia" era una palabra carente de sentido en ese momento, así como hambre, frío, desolación y mmm fresas...si esa palabra tampoco la entendía.
Llegó el punto que tenía que optar por la postura fetal (irónicamente) para caber dentro de lo que antes fue su oscura mansión inundada. Pero llegó el momento que tuvo que contener su última bocanada de vida nonata y contemplar que lo que antes era para él una pared sin más, se inundase de luz y tedioso aire viciado...y unas manos enguantadas lo pusieran de patitas en la calle.
De esto para mi hace 22 años exactamente (si lo leéis a las 18.23 h. aún más exactamente) Y solo os he relatado un principio soso, sin mucha historia, y con una terminación más que predecible...lo curioso vino después...cuando me dio por crecer y dejar de creer en Peter Pan.
2 comentarios:
Anda ya, ¿cuándo has dejado tú de creer en Peter Pan?
Anda ya, ¿cuándo has dejado tú de creer en Peter Pan?
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