Aquel día decidimos salir a la calle, acabar con esa rutina de telenovela y programa cutre de tarde.
El sol cuasiestival se dejaba entrever entre las pocas nubes que poblaban el cielo y la brisa de la tarde era lo suficientemente fresca.
Nos encaminamos al extrarradio para desapegarnos todavía más de la coraza de ambiente urbano que nos envolvía, y cuando estábamos cruzando por encima de un río que ya había olvidado que pasaba por allí, comenzó a diluviar débilmente.
No se porqué me dijo: ¡¡Corre, volvamos!!. Así que como la lluvia caía con más fuerza por segundos, le hice caso y le seguí. Llegamos jadeando de vuelta a la segura ciudad y nos resguardamos en un portal.
Entre el constante sonido de las gotas cayendo en el asfalto, la escuché decir: ¿Estás bien?...
Entonces la miré....y el tiempo no se detuvo.....sólo se ralentizó.... un instante....ese instante....cada gota que chocaba en su rostro.... cada hebra de cabello cayendo sobre sus ojos.... el sordo sonido de fondo del agua que caía continuamente desde los balcones....y la lluvia.... esa dulce y suave lluvia de verano.
5 comentarios:
Sencillamente genial ^^
a mí también me gustan, ¡y mucho! (:
¡un saludo desde Valladolid!
Estais muertos...
Eco! eco... eco...
¡Me parece fantástico este texto! He encontrado tu blog y este texto me ha fascinado.
¡Buen día! :)
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