miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuento Pedagógico: La Miel


¿Sabías que en una colmena pueden llegar a vivir hasta 100.000 abejas? Esta historia comienza en una colmena cualquiera.

Las abejas trabajan duramente día tras día recolectando el néctar para fabricar su alimento. La valiosa miel con la que alimentaban a sus crías y a toda la población de abejas.
Este año, después de un arduo trabajo, ya habían conseguido suficiente miel para alimentar a toda la población del panal, las abejas estaban muy contentas porque sabían que no iban a pasar hambre.
Lo que no sabían era que estaban siendo observadas y muy de cerca. Cada paso y cada evolución en la colmena estaban siendo anotados. Quien era la reina, quien trabajaba en la colmena, quien la protegía, quien cuidaba y se preocupaba por las crías…su nombre Antonio Antropológicus García.

Antropológicus era un señor con la nariz ganchuda, ojitos pequeños y traviesos, algo encorvado y flacucho. Su labor consistía en ver cómo se podía conseguir la miel de la mejor forma posible y a quien se la tenía que pedir. Así que primero se dirigió a la reina de la colmena.
Cuando entró a la cámara real, descubrió que la mayoría de la riqueza de la colmena se concentraba allí. Una habitación ricamente decorada, fuentes de miel, postres muy elaborados a base de miel y sirvientes mal alimentados que se preocupaban por limpiarle la comisura de la boca a la reina y la mayoría del tiempo por evitar que se atragantara.

La reina era fácilmente identificable, era la más obesa de todas y la que más pringosa estaba por culpa de la miel. Antropológicus sonrió maquiavélicamente y se acercó a la reina.

-Bienaventurada majestad, me presento como un humilde viajero y ahora sirviente de su belleza- dijo haciendo que la reina sonriera ampliamente y que se le escapara la miel de la boca.

-¿Qué te trae por aquí, sirviente?-

-Me hicieron saber que su colmena era la más grande y poderosa y quería comprobarlo por mí mismo, y he quedado maravillado por la visión-

La reina sonreía con superioridad ante los elogios del extraño ser de aspecto extraño. Antropológicus siguió hablando:

-Pero me han hecho saber que en su pacífica y rica comunidad existen algunos desagradecidos que se empeñan en atacar a su guardia personal pidiendo más comida, y quería ofrecerle ayuda contra esos desgraciados-

La reina, ante esta oferta dejó de tragar comida y prestó su total y majestuosa atención.

-Verá, majestad. Conozco los escasos medios que poseen sus guardias para defenderla. Solo tienen ese aguijón que inyecta ese veneno mortal, pero que solamente pueden utilizar una vez pues una vez usado, mueren irremediablemente. Mis amigos y yo hemos conseguido fabricar una lanza impregnada de ese mismo veneno y que podrá ser usada cuantas veces se quiera. Solo pido un pequeño pago por esto y las lanzas serán suyas.-

Los ojos codiciosos de la reina no dejaban de mirar alrededor de Antropológicus buscando esas maravillosas armas de las que hablaba y que le permitirían tener un ejército más fuerte y numeroso.

-Solo pido un pequeño pago comparado con el poder de estas armas. Mis amigos me han remarcado que no acepte menos que la mitad de la producción total de la miel de su panal-

-¡Lo que sea!, trae las armas mañana y serás debidamente pagado-

Al día siguiente, la guardia personal de la reina, sus sirvientes y la propia reina se presentaron frente a Antropológicus. Había pasado casa por casa cogiendo muchas veces a la fuerza la comida del pueblo. No se podía permitir que la miel saliera de las cámaras personales de la reina, ya que esta tenía que seguir alimentándose y además, esas armas eran para proteger al pueblo, era justo que las pagaran ellos.

-Aquí tienes las armas, como prometí.-
La reina, mandó a sus guardias a por las armas y una vez armados la reina sonrió triunfante.

-Ahora tengo un ejército armado, y tu eres solamente uno. ¿Qué me impide quedarme con la miel?-

-Majestad, por lo que le conviene. Me pagará ahora y seguiremos cada uno nuestro camino.

-¡Guardias!, no toleraré que nadie me hable así, ¡Matadle!-

En cuanto la reina dijo estas palabras, Antropológicus suspiró entristecido, se puso una máscara anti-gas y al instante una nube mortal blanquecina acabó con toda la corte real, y minutos después acabaría con el resto de la colmena. Antropológicus se encargó del traslado de toda la miel del panal, se sentía abatido por no haber podido sacar un trato a largo plazo que le permitiera tener miel por más tiempo.
Caminó con seguridad hacia el siguiente panal. Esperaba tener más suerte…


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que chulo el cuentoo joo!
Me han entrado ganas de comerme una cucharada de miel!xDD

k@T dijo...

Debo aclarar esta publicación.

Es un cuento para niños que tiene una historia secreta dentro que nos han mandado hacer en clase (que bien invertimos el tiempo los universitarios) y el señor Juanda lo ha querido compartir con todos.

Eso me hará publicar pronto para que no se vea esta vergüenza XD

JUANDA dijo...

que verguenza??
pero si es un cuento super bonito que tiene de todo: abejas, miel, genocidios...
XD

Anónimo dijo...

jajajaja...
tiene abejas, miel, abejas que luchan por la miel...xDD

Aereon McMiau dijo...

Prometo leerlo cuando me haya acabado todas las latas de cerveza de mi nevera :D Quizás inlcuso os invite a beberlas conmigo!