Recuerdo los edificios enormes, silenciosos, de porte casi milenario...batidos por la lluvia. Recuerdo mis botas de agua, de un amarillo canario, de esas de plástico resbaladizo, que resaltaban sobre la gama de grises que decoraban la calle. Recuerdo las personas con los ojos entrecerrados para poder agudizar la vista entre las gotas de lluvia, agarrandose con fuerza a su abrigo, a las bolsas de la compra, a una mano menuda de niño o simplemente al mástil del paraguas.
Yo, aventurero en aquellos tiempos, me distraía saltando de charco en charco...con mis impermeabilizadas botas, aferrado con fuerza a un paraguas.
Imagínate todo lo anterior a una cámara lenta, producto de la más pura nostalgia...
Con un estruendoso estornudo del cielo, mi paraguas vuela alto...con sus pequeños engranajes dislocados. Mientras lo veo volar, me lo imagino vendado en una cama de hospital para paraguas. Y por primera vez en mi vida, siento la lluvia colarse por el cuello de mi camiseta, buscando los poros de mi piel...y calandome hasta los huesos.
Una vez en casa...solo recuerdo un baño caliente, con su correspondiente desvario de imaginación, un juguete que imitaba los gruñidos de los animales y una cena caliente al calor de la televisión.
Imagínete todo lo anterior...oscureciendose lentamente, producto del fin del cualquier recuerdo."

4 comentarios:
Mentiría si dijese que nunca fui niña...
Muy bueno. Las maravillosas botas de agua...
Me ha encantado
gran ultima frase...
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