miércoles, 6 de enero de 2010

La ilusión

Con el permiso de mi hermana y en vista de mi actual escasez de ideas (pereza es lo que es...) voy a colgar un pequeño relato que escribió hace tiempo y que me gustó bastante.

Ahí va:

Al despertar volvió a sentir esa sensación. Tenía el cuerpo entumecido, la boca seca y la respiración agitada. Definitivamente le había vuelto a suceder, aquello le produjo una gran satisfacción. La última vez que le había ocurrido había despertado en un avión. Los pasajeros le observaban preocupados y al ver que estaba desorientado le ofrecieron una mochila. De repente, se escuchó una voz grave que decía que se prepararan para saltar, ésta se fundió con un aullido ensordecedor procedente del exterior del avión. Comprendió que aquellas mochilas que llevaban todos no eran otra cosa que paracaídas. Por pura inercia miró hacia fuera y sintió un nudo en el estómago al ver lo pequeño que parecía todo desde allí. Uno a uno todos los presentes fueron abandonando el avión y al llegar su turno casi se negó a levantarse, pero el simple hecho de lo imposible de aquella situación le incitó a pensar que era un sueño y que nada podría ocurrirle. Sin más dilatación Ángel se puso en pie y sintió una mirada que se clavaba a su espalda. El último pasajero le miraba fijamente, Ángel avanzó hasta ponerse a su altura. No sabía bien que decir, pero aun así sintió que debía saludarle. El rostro del pequeño hombre mostró un segundo de sorpresa, pero fue casi imperceptible ya que volvió a tomar una postura gélida. Lo único que dijo fue “No olvides estirar de la cuerda”. Ángel no comprendió tanta hostilidad.

Pero sabía que no estaba en un sueño por muy irreal que pudiese parecer. El calor era asfixiante, y se pegaba a cada poro de la piel. Alzó el rostro y vio que se encontraba totalmente solo. Jorge no se lo iba a creer, pero ciertamente, sin saber como, había vuelto a viajar. Caminó, maravillado por aquella extraña situación. La brisa marina le acariciaba la piel sin llegar a sofocar el calor, por lo que decidió cobijarse en la sombra de la selva que se habría paso hacia el interior de lo que el pensó que era una isla. Se sentó junto a un árbol y escuchó las olas chocando en el mar, el viento azotando los árboles y un leve sonido que no logró reconocer. Agudizó el oído para averiguar su procedencia y se adentró en la selva en su busca. Supo que se dirigía en la dirección correcta, pues cada vez podía escucharlo con más fuerza. Ahora ya sabía lo que era, ese chapoteo solo podía ser de una cascada. No le preocupó tardar en encontrarla pues sabía que su orientación no era del todo buena, pero, no obstante, supo llegar. La cascada se alzaba majestuosamente en el interior de un llano. Cerca de ella crecían pequeñas flores y arbustos, avanzó hipnotizado por aquel curioso paraíso e intentó alcanzar con su mano el manto de agua que caía desde las montañas. En uno de esos intentos tropezó y se resbaló cayendo al agua, mientras caía recordó que nunca había aprendido a nadar y cerró los ojos intentando pensar en como salir de allí.

El agua estaba congelada, y el cambio de temperatura le produjo un dolor punzante. La fuerza de la cascada empujaba su frágil cuerpo hacia las profundidades, pero no se rindió, agitó sus brazos luchando contra el agua hasta que vio que era inútil, no tenia fuerzas para seguir y los brazos se le desplomaron a favor de la corriente. Pudo ver como le envolvía la oscuridad y entonces deseó saber como viajar. Cerró los ojos y se concentró, al abrirlos vio como se le escapaba el ultimo aliento, pero sacó fuerzas para un nuevo intento.

De repente, algo tiró de él hacia la superficie. Lo primero que vio fue la cara del joven que le acababa de salvar la vida. Su salvador no tendría más de quince años, y era muy silencioso. Cuando al fin consiguió articular alguna palabra de agradecimiento, se sorprendió hablando en castellano antiguo y comprendió los extraños ropajes del chico, pero lo sorprendente era que el propio Ángel vestía igual. Con nuevas fuerzas se puso en pie y observó que no se encontraba en el llano, aquello le encantó pues eso significaba que no solo podía viajar de lugar en lugar, sino que también era capaz de moverse por distintas épocas. Estaba decidido a controlar su nuevo poder. Tras una charla muy productiva que le situó en la historia, siguió al chico hacia su aldea.

Él le advirtió que se alejara siempre que escuchara galopar, pues lo más seguro es que se tratara de ladrones. El bosque era espeso, pero ellos seguían el camino que se habría paso. Ramón, que así se llamaba el joven, se detuvo y le hizo un gesto para que le imitara. Con un movimiento rápido le dio un empujón y lo metió entre la maleza. Explicó brevemente que le había parecido escuchar algo, y que él conocía a la perfección aquel bosque por lo que no había problemas en no seguir el camino.

Delante de ellos se abrió un claro y cuando estuvieron en medio, Ramón se disculpó y le apuntó con una daga. Salieron tres hombres de entre los árboles, uno de ellos dio un golpecito al chico en señal de aprobación y este bajó el arma. Ángel estaba rodeado. Le pedían el dinero o los posibles objetos de valor, pero el estaba seguro de no tener nada. Se preguntó porqué Ramón no le había robado después de salvarle, hubiese sido mas sencillo para los dos. Pero recordó que al abrir los ojos él se había apartado de golpe, seguramente pensaba que estaba muerto y no pretendía salvarlo.

Una flecha silbó en el aire y se clavó en el que se encontraba delante de él. Los demás miraron a todos los lados y cuando una segunda flecha atravesó la pierna de Ramón, todos salieron huyendo. Ángel, sin saber muy bien qué estaba ocurriendo se arrodilló en el suelo y esperó. Una figura encapuchada salio detrás de él y le obligó a girarse. Cuando se quitó la capucha reconoció esos ojos. Era el tipo que no había querido saltar en su primer viaje, pero,

¿Qué estaba haciendo allí?, ¿también podía viajar en el tiempo?

La hostilidad no había cambiado a pesar de que le acababa de ayudar.

Ángel, sin pensárselo dos veces, le preguntó si le conocía, éste, agachó la cabeza y ablandó un poco su postura al contestar afirmativamente. Le preguntó que si él también podía viajar en el tiempo. Su interlocutor pensó la respuesta, y tras una pequeña risa nerviosa le contestó:

- No. Lo siento, pero tu tampoco.

Su respuesta le desconcertó, si aquello no eran viajes en el tiempo no sabía que otra cosa podían ser. Ángel endureció su rostro y le ordenó fríamente que se identificara. El pequeño hombre, después de reír le dijo mientras le golpeaba con el arco en la cabeza “tu cordura”.

Ahora todo estaba borroso, al ver todo iluminado e impecablemente blanco pensó que el hombre le había matado. Pero una mancha negra apareció de la nada y fue tomando la forma de la cara de Jorge. Al verlo completamente nítido, vio como le estaba iluminando con una pequeña linterna en los ojos. Jorge le preguntó si se encontraba bien, a lo que Ángel contestó:

- Sí, doctor, pero ha vuelto a ocurrir, he viajado, y estoy seguro que ese hombre no era mi cordura, me está siguiendo, tiene usted que ayudarme.

El doctor negó con la cabeza y le contestó “vale”, pero no hizo nada. Salio por la puerta y le luchando contra su camisa de fuerza mientras gritaba.




2 comentarios:

JUANDA dijo...

No es que seamos vagos o tengamos falta de ideas, esque la mayor parte de las navidades nos las pasamos drogados

Virg dijo...

Ya lo había leído, la verdad es que fue uno de los pocos relatos publicados en mi instituto que me gustó ^^